A mis queridos lectores:


Después de una larga creación para finalizar el nuevo proyecto I.Bck, o llevarlo a un campo abierto donde la visibilidad de mis escritos sea de mayor amplitud, con el fin de expandir mi palabra, sin importar el núcleo o las diferencias que se nos imponen. Me dirijo a ustedes, para agradecer la oportunidad de hacer oír lo que añoraba hablar y detesté callar.

Jenya I.Bck

jueves, 27 de mayo de 2010

El cáliz


Amado Luzbel:

Es casi imposible descender las escaleras de la casa sin parecer una rendición así como resulta estúpido mirar hacia el cielo sólo para encontrar su fin, donde aparentemente la dicha, la gracia y las oportunidades desbordan hasta llover, muy contrariamente en vez de simular la perfección, parece el abismo, pero no él que nos lleva de la mano a la otra vida, si no amor mío el vacío que semeja una avalancha de desgracia y perdición.

Recuerdo cuando hablabas de lo que nos habíamos aportado como tutor y tutoriada, como hombre y mujer, donde me hiciste una persona más grande más llena y con esas ganas de vivir que hoy se me iban al verte sonreír lleno de esperanza de coraje y de furia. La libertad tan hermosa que me hiciste ver, que siempre la había tenido cerca, no obstante mi frágil distinción por lo real y lo irreal me impedían tomarla sin lastimarme. El regalo más precioso que nadie podría presumir, una libertad que me distingue de lo cotidiano para tomar tan siquiera la primera rienda de mi vida, sea a donde me lleve, no importa si es al norte al sur al este o al oeste, no será esta vez la corriente, ni el viento quien decida, hacia donde sea nuestro camino, si están con nosotros Luzbel nos harán un camino más corto sin el sacrificio de enfrentarnos a la tempestad, pero si , créeme que aunque descalzos, hambrientos y sedientos seguiremos de la mano ¡aunque salgan llagas, pústulas! pero todo mi vida ,cicatriza.

Si no existe la misericordia, te juro por el Dios en el que un día creí, que no me sumiré que no estallaré en llanto ni me desesperaré, miraré hacia delante aunque solo vivamos de amor, de esperanzas y sueños que es lo que nos ha alimentado desde el principio.

Así mi promesa como la tuya será el único caliz que buscarán los demás abatidos y bienaventurados como prueba y aliento de que no es necesario el perdón para sobrevivir.

A mi más grande héroe.

domingo, 16 de mayo de 2010

fragmento de Antes de que sople del sur - Jenya I.Bck


Nos habíamos evadido de la fiesta. Nikolay era una caja de sorpresas, apartando las ramas de los pinos, nogales y castañeros con nuestras manos seguíamos el trayecto hacia el viejo molino, al sonar de las aguas. Amarró las riendas del caballo a la rama de un árbol, para bajarme, con sigilo levantaba mi vestido para no mojarlo al pisar las piedras húmedas. La puerta del molino estaba entreabierta, dentro no había más que un colchón raído por lo viejo donde se sentó invitándome a sentarme con él.

-¿Qué estamos haciendo?-pregunté curiosa y a la vez feliz, creía que ya sabía el motivo por el cual estábamos reunidos allí.
-¿Estás dispuesta a amarme sin importar quien soy?-preguntó sonriendo.
-¿Por qué iba a importarme? ¿es más quién eres?.-pregunté entre risas.
-Tu Nikolay.

Me quitó la bata poniéndola con sumo cuidado, encima de una de las escalinatas diminutas del molino, le quité esa camisa de volantes renacentista. Sin importar que estábamos haciendo sino cómo lo estábamos haciendo, porque nada de lo que estaba aconteciendo entre nosotros en el viejo molino era malo, sería horrible si dejáramos ir este mágico momento.

Nikolay se esmeraba en parecer delicado, no obstante era imposible después de reprimir tanto sus sentimientos y castigarse él y a mi, la ansiedad casi desgarrando la seda del camisón, dejándome desnuda y erizada como aquella vez en la bañera, donde permanecía sin expresión alguna. En este momento no tuvo que morderse la lengua, para expresarse con el cuerpo por todas las veces que no me había podido mirar. Me besaba mientras mi columna se arqueaba con sus manos sujetándome el rostro haciendo fuerza contra su boca que buscaba el consuelo y la compasión mientras forjaba su mirada herida en mis manos. Siempre como un hombre frío pero a pesar de todo, no dejaba de ser un niño, que parecía más frágil que yo en este mismo momento, su pelo revuelto, agarrados de las manos , nos echábamos sobre la lona raída de un colchón casi inexistente. Mis piernas entre las suyas sin importar que tan fría estuviera la piedra del suelo, solo queríamos disfrutar ese instante que parecía que se escurría como el tiempo de Dalí, éramos nosotros desnudos, sin nombres, sin identidades, sin remordimientos, sin nadie que atender, sin casa, sin dignidad. Me estremecía cuando sus labios iba besando mi espalda, volteando para verlo sonreír como quien disfrutaba un chocolate a escondidas.

Los fuegos artificiales que estaban estallando en el cielo nos hicieron ponernos la ropa interior, para salir al exterior a disfrutar los colores en el cielo, era la sensación más hermosa que jamás había vivido, el río estaba bajo. Nikolay me tomaba de la mano para bajar por las piedras, mirando fijamente a los pies, para no resbalar con el musgo que crecía entre éstas. Se oía la música del pueblo de enfrente y las fogatas que estaban prendidas no muy lejos. Era la Noche de San Juan, era un día que jamás podría olvidar, ni siquiera la lobotomía se atrevería a destrozar un recuerdo tan hermoso.

Nikolay me salpicaba, cuando me disponía a hacerle lo mismo mi torpe movimiento me llevó a caerme mojándome las puntas del cabello más abajo de la cintura, nada más mover mi cabeza su cara ya estaba chorreando agua cristalina. Entre beso y beso una caricia escondida, sin temer a ningún alrededor. Los cohetes seguían tiñendo el cielo, verde, rojo amarillo y azul. Sus ojos se veían más verdes de lo que eran, reposé mis brazos en su cuello para danzar una melodía que venía de lejos, y así seguíamos encharcados, emocionados por los días que estarían por llegar los dos de la mano, atravesando todos los destinos y caminos a favor o en contra del viento.