A mis queridos lectores:


Después de una larga creación para finalizar el nuevo proyecto I.Bck, o llevarlo a un campo abierto donde la visibilidad de mis escritos sea de mayor amplitud, con el fin de expandir mi palabra, sin importar el núcleo o las diferencias que se nos imponen. Me dirijo a ustedes, para agradecer la oportunidad de hacer oír lo que añoraba hablar y detesté callar.

Jenya I.Bck

domingo, 19 de septiembre de 2010

EL SACACORCHOS:


EL SACACORCHOS:

Las calles se estiraban cuanto más cansado estaba Nicolás, el camino a casa se prolongaba a medida que los pies se agarrotaban en sus botas llenas de lodo. Bajo el brazo llevaba una botella del vino tinto más barato del supermercado.

Miró su reloj sumergible, su última compra inteligente, siempre se le olvidaba sacar todos los relojes de su herencia en la regadera, mandando cada uno de ellos al relojero, donde llevaban tranquilamente arreglando la maquinaria de todos unos dos años, pues nunca se acordaba de pasar por ellos. Pero Nicolás siempre culpaba al olvido de tomarse sus pastillas para la memoria, las famosas omega 3 que garantizaban recordar hasta los momentos de dolor, ahí estaban las pastillas agarrando hasta moho en la cocina.

Una gota de agua le cayó en el bigote tieso, levantó la cabeza para ver de donde provenía susodicha. Una señora con unos senos exuberantes estaba regando unas plantas que a los ojos de Nicolás estaban lo suficientemente marchitas como para hacerse un porro con ellas. Volvió la vista nuevamente al balcón, para ver aquellos senos, discúlpenme respetables damas... para ver aquella mujer...miró, miró bien, no, no era una mujer.

La Colonia Roma estaba vacía, de vez en cuando algún transeúnte arrastraba a su perro que iba levantando la pata mientras su dueño le cortaba la meada. Se sentó en una terraza, la mesa estaba pegajosa, escupió en su dedo índice e hizo fricción contra ésta, entre tanto un mesero con una mueca de repulsión se acercaba para tomarle la orden. Nicolás muy contento pidió un cenicero y le mostró su botella de vino tinto barato para que se la descorchara.

-Discúlpeme señor, solo puede consumir bebidas de este lugar... - Se disculpó muy extrañado frente a la petición de su cliente, no tan cliente.
-¿Y si pido una botanita me abrirá la botella?- Preguntó Nicolás ofendido como si le estuviere llamando ladrón.
-Me temo que no es suficiente...

Nicolás apagó su cigarro en el suelo, por la falta de cívica del camarero en traerle un simple cenicero para no ensuciar la calle, agarrando su botella para partir sin decir nada, ni siquiera quiso verle la cara al idiota del mesero, si, el mesero impertinente. A medida que caminaba se preguntaba dentro de su cabeza: ¿Habrá alguien en este país que descorche esta botella, sin pedir nada a cambio?.

Como la respuesta era negativa, decidió tomar un taxi al supermercado más cercano de su casa, al llegar, le pidió al taxista que lo esperara; dejando su botella en el asiento de adelante. En el pasillo número cinco estaban todos los utensilios de cocina. Compró dos sacacorchos, uno lo guardó en el bolsillo de su pantalón por si se olvidaba la bolsa del supermercado con el otro en el taxi.

El taxista ya no estaba, se había dado a la fuga con la botella de vino, pobre tonto seguro pensaba que era un Romanee Conti, y en realidad no costaba más de cincuenta pesos mexicanos, valía más el viaje que la botella. Lo buscó aún así por todo el estacionamiento, revisó cuanto dinero llevaba en la cartera, no le alcanzaba para otro, era lo justo para tomar un taxi de regreso a casa.

Nicolás con sus dos sacacorchos llegó a casa, sabía que ya no iba a tomar vino, era sábado, no tenía ningún peso más en casa, ni siquiera un amigo, hasta el lunes no le ingresarían en su cuenta bancaria, bebería vino el lunes, tampoco era tan trascendental.

Parecía estar más contento a medida que subía las escaleras para llegar a su pequeño departamento de cincuenta metros cuadrados lleno de azulejos de baño, a su cálido hogar, donde lo esperaba su gato Fulgencio con calvas en el lomo, para cenar sardinas enlatadas. Buscó las llaves en su chamarra... las había olvidado en la mesa de la cocina junto a sus pastillas para la memoria.

Nicolás al menos no iba a estar tan solo, dos sacacorchos le harían buena compañía uno de cada costado, hasta el lunes a las nueve de mañana cuando abriese el banco para pagarle al cerrajero.

Nadie fía nada, así que acuérdense damas y caballeros de salir con todo lo necesario antes de cerrar la puerta.

sábado, 18 de septiembre de 2010

MAÑANA:


Mañana:

Marina se hallaba con la barbilla reposando sobre la palma de su mano izquierda, con la mirada en diagonal hacia un punto perfectamente elaborado debido a cálculos matemáticos o teorías electricistas, exactamente Marina miraba a un enchufe que viendo con mayor precisión las tres ranuras para encajar el cargador de su laptop, formaban una cara de decepción, tristeza incluso terror, la pobre cara sabía que cuando Marina se sentaba en el mismo lugar le esperaban mínimo dos horas de estar vomitando corriente eléctrica para que cada tecleo de ella tuviera garantía de permanecer en la página en blanco de Word, con apenas ocho líneas cargadas de pensamientos abstractos, ya que era consciente de que la esencia de las palabras se morían cada vez que los mortales las empleaban para adquirir una apariencia tal vez más propia, o con sobrecarga de un maquillaje intelectual, de quita y pon para la ocasión.

Ella y su tendencia frecuente a adoptar trastornos que incitaran a la bipolaridad le impedían llevar una vida normal, depresión ansiosa, un cuadro diagnosticado por un psiquiatra, que sumaba un caso más de experiencia médica. Desde el primer tratamiento, Marina estaba convencida de que la indiferencia por si misma y la niebla le impedían centrarse en su principal objetivo, en la transformación radical de esa leprosa a la que miraban con lástima si alguien se atrevía a señalarla.

El psiquiatra le duró tanto como una hogaza de pan a un hambriento, no es que se negara a tratar a la pobre chica, al contrario resultaba un paciente agradable e interesante, la depresión ansiosa no era una simple enfermedad mental en ella, era simplemente una alta red de seguridad que impedía descifrar el verdadero problema.

Decidió esta vez, la pobre infeliz no poner música ambiental que estimulara su espíritu para crear un nuevo ensayo polémico, con esa infinita soberbia que la caracterizaba, una incomprendida que deambulaba por las escaleras tétricas de servicio en vez de los ascensores llenos de focos, tal vez no precisara luz, ella la portaba, pero una luciérnaga por mucha luz que tenga no deja de causar repulsión por la fealdad del insecto , sin su música, nada más concentrada en la caja del enchufe de donde emanaría la triste realidad de Marina, con el microondas estallando las palomitas, un sonido bastante agradable, podría asociarlo con la vieja compañía de su mejor amigo , ``el fiel reproductor de DVD ´´ en una manta calurosa.

La última vez que supe de Marina, se encontraba devorando palomitas como casi todos los fines de semana, su última palabra fue : ``Mañana´´.

El psiquiatra, su madre y yo seguimos teniendo la certeza de que se refería a que al día siguiente no tendría pensado comer más palomitas y miraría hacia otro horizonte ,que no fueran las pelotas de maíz sin explotar en el envase grasiento, que giraba en el microondas.

PD: A este texto le falta aderezo, lo dejo a libre elección.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA OQUEDAD DE LAS PALABRAS.



La oquedad de las palabras:

Estimados lectores, espero jamás desalentar con mi falta de tacto las ilusiones que alimentáis a través de palabras y tertulias acerca del concepto del amor, aún así pediré disculpas de antemano a aquellos que vivís todavía la corriente del romanticismo con euforia, proclamando los ideales democráticos a partir de los sentimientos que brotan como mala hierba entre las flores más hermosas, todo esto queridos míos bueno o malo florece en un jardín aunque no me guste, cabe resaltar que la jardinería no es lo mío y confieso que me he resignado frente a la mala hierba y descuidando la apariencia, no obstante muy al contrario arrebatar la misericordia por los que han atrofiado la evolución es mi deporte favorito sin lugar a dudas.

Me hallaba escuchando Tenebrae Factae Sunt de Tomás Luis de Victoria, cuando se me ocurrió la necesidad de establecer una pausa a la oquedad de las palabras más representadas por los sentimentalistas, el afán continuo que tiene el hombre por usar palabras desvirtuadas, porque todo lo que toca el hombre destruye, de este modo cuando alguien que la mente le va más acelerada que la acción y la falta de gracia de expresarse como yo, siente una terrible frustración por la falta de reservas de vocabulario al que sólo los prodigios pudiese acceder, un don que nos diera algún dios, un regalo que se nos otorgase por esa pasión hacia la vida, pero así los que amamos sin razón alguna ,como los que desean sentir un poco por no caer en la rutina tenemos los mismos derechos de tomar palabras y palabras, quedándonos el agua turbia de quien habla para refrescarse y lavarse y quedándonos el agua sucia para los que tenemos sed.

Algunos atrevidos han osado por inventar terminologías, un refrito simple y vulgar para motivar un desfallecimiento por creer alcanzar el clímax al receptor, con una absurda falta de decoro de dos amantes atolondrados por motivos hormonales, ¿ Eso motivará al hombre a alcanzar la perfección?.

Existen otras atrocidades, como repetir un número infinito de veces el mismo sentimiento que aún no han logrado comprender la verdadera esencia por la que se creó susodicha en un principio,( Decía Alfonso X el sabio ``Los cántaros cuanto más vacíos, mas ruidos hacen ´´) levantando una ola de jaquecas a quien se encuentre analizando el verdadero concepto, agriando las ganas de vivir a quienes vivimos dedicados a el arte de amar fuere lo que fuere lo que apasione al ser humano racional, astillándose la sensibilidad.

Cada nuevo día es más fuerte la convicción de que el amor es el arte más preciado y deseado pero para alcanzar ese hilo es fácil desviarnos en el intento de representarlo.

Suenan canciones de desengaños ,de la necesidad de vivir eternamente juntos, todo ese tipo de falacias que hunden de un golpe todos esos clavos que se hunden hasta perforar la espalda. Clarasó citó alguna vez: ``El hombre y la mujer han nacido para amarse, pero no para vivir juntos. Los amantes célebres de la historia vivieron separados´´. Ni siquiera por ese lado de esa filosofía romántica logro esclarecer la oscuridad para poder pintar la armonía y el equilibrio, pero sobre todo la verdad de un sujeto común y corriente enamorado.

Si la vida sigue siendo tan injusta para ese entonces, sería un dictador muy en desacuerdo con los ideales franceses del romanticismo, donde mi absolutismo se impregnaría hasta en este tipo de cuestiones, quedaría penalizado la representación alguna del arte del amor, para evitar descender consecutivamente y frenar la mediocridad de plasmar la abstracción de algo tan perfecto, que nos hace crear una torre de babel por la ignorancia predominante en los mortales que somos, como los musulmanes tienen prohibido representar a la divinidad Alá. ``La perfección no la puede dibujar la mano del hombre por ser solo una semejanza de nuestro creador´´.

Ni siquiera estamos dotados del dominio ideal de la belleza por el hecho de estar caracterizados de subjetividad y de ignorancia, adaptando todo lo divino según nuestro contexto histórico, reduciéndonos a la osadía de intentar comprender algo que estamos lejos de alcanzar en sabiduría por la falta de gloria en nuestra esencia, causa de ser mortales.

No es me resulta factible expresar algún sentimiento a través de simples palabras con las que pudo mentir algún intruso ignorante de este arte, porque han sido tocadas por las manos grotescas y destructivas del hombre, desgastándose de forma que ninguna palabra me resulta lo suficiente atractiva o analítica para ser pronunciada y mucho menos escuchada, porque los oídos de Cayo Titus no son más frágiles que los míos cuando citó: ``Verba Volant, scripta manet´´aunque reduciré en este contexto las dos primeras, ``Verba Volant´´las palabras vuelan, no comprenderé el sentimentalismo sin el sacrificio anexo.

``En un beso sabrás todo lo que he callado´´decía Neruda, no obstante a sus fieles lectores emanaba sierpes acarameladas, de una forma muy diferente con quien deseaba, procurándola en silencio.

``El silencio ,como las manos atadas harían más semejante la obra de arte a la musa que os hace despertar´´- J.I.Bck


J.I.Bck

martes, 7 de septiembre de 2010

EL UMBRAL Y LOS OLVIDADOS.


El umbral y los olvidados:

Aquel hospital, ese lugar putrefacto donde hay más muertos que vivos, en ese lugar donde el cartero ya no llegaba con las cartas, para evitar un viaje en vano, tal vez el destinatario no se encontrara, ni siquiera un poco vivo para recibir la correspondencia.

En el pabellón número tres, ``umbral´´ como así le decían las enfermeras con ese humor negro característico de ellas, que les retorcía las narices tornándoselas aguileñas. El ``Umbral´´de los que estaban limpiándose los pies en el felpudo que decía
``welcome´´para entrar a la última dimensión de la vida, ``el cielo´´o la ``vida eterna´´o para los condenados, penitenciarios de la mala fe, de los escépticos que vivían incansablemente cuestionándose acerca del orden establecido por el conformismo como Nicolás, les esperaba algo totalmente diferente, a pesar de la vida agonizante que era más sagaz que un andén al infierno.

Nicolás era torturado por las enfermeras, excluido de ver su calendario para restar horas menos de aquel dolor indomable, querían volverlo loco, querían sumarlo a la esa falta de lucidez para corroborar la afirmación de su falta de sentido común en todas sus ideas, nadie quería un cambio y menos sugerencias en aquel hospital, donde la costumbre era más fuerte que la necesidad del progreso.

Nicolás decía genuinamente que los únicos que perduraban en la vida eran los locos y en la vida después de la muerte; a través de los libros de historia que quienes los estudiaban los revivían hasta con su dolor. Pobre hombre, era su único aliento, la morfina de su sufrimiento, por cada vez que lo quemaban vivo en una hoguera de acusaciones.

Aparte de la falta de cordura, la psicosis de llegar a enfermarse tanto, de la mente que ésta pudiera ejercer libremente sin su cuerpo; ni siquiera el alma importar, solo una idea vagando por el umbral, deslizándose suavemente a las masas, tratando de encaminar a los vivos a su ancla para hundirse o a su barco a a deriva inclusive a esa muerte dolorosa, donde nadie recordaría su nombre más que hazañas que plagiarían en beneficio ajeno a la realidad de Nicolás.

La única tormenta que podía estremecerlo, más que la oscuridad a un infante y más que la guerra a un pueblo caído, era comprobar cuan insignificante era, que al cruzar el ``umbral´´fuera más transcendente.

Si llegara pronto ese día que la vida le soltara la mano, podrían tocar Dies Irae, porque el día de la ira haría ensordecedor aquellos que fueron olvidados en vida para acordarse cuando ya no estaban presentes para decir su última palabra.

Nicolás hacía girar una sombría idea que le hacía eterno su camino hacia el fin, caminando descalzo hacia un único sendero, que recorremos todos, la meta donde esa sibarita muerte le tendía la mano sin darle un suspiro después de un recorrido que levantaba heridas en los talones. Su legado no había sido valorado, su ideología considerada descabellada, su sacrificio no lo suficientemente polémico para ser declarado mártir del Siglo XXI, donde todos seguimos sin mostrar inicio alguno de admiración, temor o respeto. Nicolás ni siquiera le llegaba a la suela de un pintor mediocre, cuya obra adquiría mayor valor monetario una vez convertido en abono para las plantas, inclusive menos que un transeúnte simple y común mexicano cuya muerte era recompensada a sus familiares con unos miserables 80.000 pesos mexicanos.

Nicolás no estaba loco, estaba tan cerca de la muerte que podía ver más allá de lo común, quitarse la venda de los ojos era señal del fin del camino, de un mundo de cuerdos, donde los que partían adquirían conciencia de la nula relevancia de las personas.

Pero como Borges decía ``Yo no hablo ni de venganzas ni de perdones, la única venganza y perdón es el olvido´´Nicolás sería perdonado de muerto por su infame y grotesca verdad cara a la humanidad, y vengado en una simple curiosidad en la esquina de una página de la historia. Nadie recordaría su nombre.


J.I.Bck

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA BARBARIE


Repiqueteaban los tambores del eco de un silencio abrumador, que perfumaba los lugares donde las actitudes irrisorias predominaban en épocas de gloria, de victorias y no importaban sobre que escalera se llegaba a la cumbre, la culminación a través de un montón ``insignificante ´´de esclavos, uno muerto sobre otro muerto sin dar espacio al polvo de todos aquellos que abonan las fosas por cinscunstancias de falta de piedady así hasta donde el cielo de los señores estuviere. Sobre la sangre formaban el gran hallazgo, la culminación del fin de una cadena evolutiva de la cultura.

De odio y ambición teñían desde campos abiertos, las puertas de las casas, los vientos empujaban putrefacción como los últimas súplicas de clemencia que se oían hasta terminarse los kilómetros , los mares se tornaban rojizos a los ojos de miles de espectadores que analizaban la historia o simplemente memorizaban desde el primer estallido hasta el último llanto de una madre que ve a su hijo desprendiéndose de la vida como nosotros lloramos si el comunismo se asoma para robarnos un inmueble.

No existe la comparación porque ``los tiempos han cambiado ´´y los ``principios ´´ son otros y los diez mandamientos ya no son valorados como deberes para con el prójimo, si no un panfleto común y repetitivo que exalta de cuando en vez a algún parásito predicador como yo.

Un simple panfleto político señores míos, porque en aquellos puntos estratégicos de la historia la guerra por coronar a Dios en tierra de indios era trascendental, era servir a la humanidad, dar a conocer a Dios por medio de la destrucción, debilitando anteriormente a un pueblo, desangrándolo para alimentar su poder, esas sanguijuelas políticas… señores, si porque entre los animales nos entendemos, ese instinto de sobresalir, de derribar a los débiles, la lucha de la supervivencia un darwinismo intacto que nadie podrá jamás retocar ni siquiera un poquito, pero nadie sabe que un día el débil se alimentó de un pobre desgraciado.

La vida es tan sencilla que no podemos vivir en paz pero si reconocer los fines políticos en las guerras donde lo nuclear era inexistente y la barbarie usaba métodos más rudimentarios para acabar lo que hoy comenzamos pasivamente permitiendo actuar a gobiernos enfermos de poder y asesinos.

¿Os atreveis a llamar bárbaros a quien anunciaba la guerra e invasores a quien dominar tierras quería, cuando ustedes matan a masas en silencio y afirman lo innecesario de las guerras después de sentir el miedo en cada página sangrienta de las enciclopedias?... ¡¿No ha evolucionado lo suficiente el mundo para adquirir conciencia?!. Tan siquiera saboreen esa victoria y no escondais la cabeza cuando queramos saber la verdad, hagan fiestas en honor a vuestra conquista, al menos después de tantos caídos, quiero una botella de vino para brindar que no estuve bajo las bombas y salí de ese laberinto de corrupción que recorremos día a día.

Jamás haré apologías al delito y de hacerse condénenme y cállenme para siempre, para padecer todos vosotros la sordera y la ceguera que azotan un silencio incómodo cada vez que prendemos el televisor o leemos el periódico con la mínima información o las mentiras que escuchamos de cada una de las sanguijuelas políticas que nos empapan de falsedad.

Escuchad a los locos y jamás enfermareis de mentira. –J.I.Bck


J.I.Bck