A mis queridos lectores:


Después de una larga creación para finalizar el nuevo proyecto I.Bck, o llevarlo a un campo abierto donde la visibilidad de mis escritos sea de mayor amplitud, con el fin de expandir mi palabra, sin importar el núcleo o las diferencias que se nos imponen. Me dirijo a ustedes, para agradecer la oportunidad de hacer oír lo que añoraba hablar y detesté callar.

Jenya I.Bck

lunes, 26 de julio de 2010

El ESTÉREO.


El estéreo:

Como siempre mis muy queridos lectores, me atrevo a personalizar los sentimientos tal vez de forma simple ordinaria y común pero jamás lejos de ser lo que me revuelve el alma con síntomas de vértigo, pero en este momento los materializaré para estar al corriente de un siglo que va más rápido que yo, mientras permanezco estancada en la turbulencia de los siglos pasados, sin ánimo alguno de pertenecer al ``progresismo´´del estallido del cañón más grande de la historia que ha derrumbado a la cultura, al arte y a la literatura pero sobre todo al hombre.

Después de esta breve introducción quisiera atribuir el término mediocre a la redacción posterior, dejando a ustedes una libre actitud irrisoria para aquellos que únicamente viven de pura falacia ad populum, quiero decir esto porque en medio de este camino los lectores o oyentes que se emocionan son a causa de argumentos políticos absurdos, incoherentes pero nada más por llegar a la última gota de la botella ,después de tanto brebaje, que parecía no acabarse nunca ,para llegar a la culminación de las sandeces enumeradas y revisadas por unos no menos imbéciles que quien pronuncia, se cita lo que tanto esperaba el pueblo, aquello que les hizo gritar ¡viva!,¡viva!, aquella última gota de la botella que hizo saltar al que no parecía emborracharse con la falaz etiqueta que aseguraba un climax perfecto, pero al final todos gritais ¡viva!, ¡viva!, porque lo que importan son los sentimientos y eso que nos hace vivir con desenfreno sin pensar cuan absurdo es el comienzo, cuan incoherente resulta su origen, lo primordial es lo que despierta aunque nos oriente a la perdición.

Mi adorada madre en estas ofertas favorables de las grandes cadenas de comercio, encontró un estéreo maravilloso que se escuchaba todo lo que se colocaba en sus distintos compartimentos, de una forma natural, al igual que un concierto, descartándose los ruidos y molestias que se entrometiesen en dicha audición. Un disco de música clásica, con varios autores como Debussy, Tsaikowsi, Mozart... entre otros, fue la elección adecuada para estas tardes recientes de lluvia inagotable, consolando la paz abrumadora que como siempre hacía cuestionarme de todo,de esa forma maniaca que me caracteriza, así escuchando a estos genios musicales mi mente como rara vez no acostumbra, comencé a colocar cada una de mis preocupaciones de una forma espontánea en el estéreo, reproduciéndose la agonía tan palpable como la música que se saboreaba en el ambiente, quedándome mal sabor de boca con ese invento. El estéreo era la puerta abierta que me invitaba a cruzar y a cerrarla para tragarme la llave, sin poder salir de ahí para podrirme en el lado perverso de la música que sujetaba mis pies a través de unas botas que jamás podría levantar de lo pesado que eran los pies de plomo con los que me adentraba a ese dolor que se materializaba con el maldito estéreo.

Soy consciente de que si no existiera una última melodía del disco de música clásica no estaría escribiendo en este instante porque mi cuerpo ya desde hace unas horas estaría desglosándose y nadie se hubiera percatado de la música pereció como la literatura se volvía polvo y ceniza.

jueves, 15 de julio de 2010

Al morir.


El idealismo se atreve a forjar características sobre la incertidumbre para atosigar a mi torpe e inocultable curiosidad, que me impide dormir, sin morderme la mano del dolor, sin reprimirme una y otra vez frente a los miedos que eran envueltos por el deseo y la necesidad de verte y ser vista. Culpo incansablemente a la maldita y soberbia soledad que se acostaba nuevamente con su torso frío e insolente, sobre las sábanas que calentaba mis vagas pero alentadoras esperanzas.

La abrumadora prudencia tiraba de mis riendas hasta sobresaltarme, de la grotesca realidad y sus consecuencias, causas, efectos o como quieran llamarle, que adormecía despiadadamente la última llama de ese ímpetu por amar y ser amada.

¡La maldita prudencia!, ¡Los ruidosos y turbios pensamientos!, sumiéndome otra vez a un deber ser que me repugna hasta saciarme de ira, robándome el último aliento del día para rendirme al comienzo de una batalla con la prudencia, en una trinchera que me absorbía los pecados que nunca cometí, al morir.



``Hay pasiones que la prudencia enciende y que no existirían sin el riesgo que provocan´´- Jules Amedee D`Aureville.

miércoles, 14 de julio de 2010

Angustia.



ANGUSTIA:

Eran las cuatro de la tarde, la misma hora de siempre en la cocina, nuestro joven muchacho había barrido y fregado el piso marmoteado de ésta. La despensa estaba libre para ser circulada, tenía ganas de un chocolate, no obstante había decidido no pecar hasta verlo, que me viera con la cara pulcra ni evidencias de que era culpable. La escalera desplegable era lo suficientemente práctica para colocarla subir dos peldaños y alcanzar el chocolate con avellanas, mas decidí hacerlo sin la ayuda de ésta, traté por dos minutos contados de reloj intentar atrapar mi culpa y castigo. El tiempo se me había acabado, miré si tenía una llamada perdida después de un día de desesperación sin tener noticias de él. No estaba de comerme el chocolate, si me traicionaba a mi misma era más factible que él lo hiciera y me dejase libre para comer cuanto chocolate quisiera.

Puse en el microondas como siempre un minuto y diez segundos agua del grifo a calentarse, los envoltorios latosos de diferentes infusiones que mezclaba en una misma taza hacía una rutina lenta, de ese proceso que siempre acostumbraba hacer antes de tomarme mi té. Tomé dos bolsitas de té de hierbabuena y uno de té verde, tenía que desenvolverlos y atar los tres antes de que pasara ese minuto y diez segundos, colocar las cajas en su sitio y tirar sus papeles a la basura. Faltaba un segundo, terminé para echar un vistazo a mi alrededor, una de las bolsitas de papel que envolvía las fragancias de las distintas hierbas no había caído dentro del cubo de basura tal y como yo creía,y juraba que todo estaba colocado para mis vanas sugestiones mentales. Me mordí las uñas a pesar de ser solo un estúpido rito, mejor dicho un juego que debía abandonar por mi salud.

Sonó mi teléfono, agitada se me derramó el agua hirviendo, para contestar la llamada.

Sí, era él. Había colgado, volví a marcar, no obtuve respuesta y ni siquiera cuando cayó la noche y el último juego del día.

lunes, 5 de julio de 2010

LOS ESPINOS


LOS ESPINOS

Las tormentas tropicales tendían una alfombra al mes de Julio, entre truenos y relámpagos bajo la indiferencia del pasado, porque no existe relevancia para dicho pasado que no fuere su presente.

La melancolía regaba los espinos, creciendo a la altura de los ojos impidiendo ver más allá que plantas enredaderas que se enroscaban de los pies sin tumbar los espinos ,cuyos alfileres se clavaban en la piel cuando trataba de avanzar, sin importar que tropezase una y otra vez en las enredaderas.

Los rosales que apenas se vislumbraban al fondo del jardín entre espinos crueles y enredaderas, se agitaban paulatinamente con el viento sin vencer a la tormenta tropical que tronaba sus pétalos rojos desnudando sus capullos sin dañarse una sola espina.

Seguía la tormenta y las nubes oscuras arrasando con el esplendor del jardín donde brotaban las flores y las plantas, para tornarse violentas, impidiéndome el paso hacia las rosas espinadas sin pétalos . Aún así buscaba la última semilla para plantar el último jardín ilusionada por ver de colores la tierra mojada que regaba noche y día la melancolía.

viernes, 2 de julio de 2010

LOS CARROÑEROS


LOS CARROÑEROS


Sigilosamente se acercan los carroñeros esperando mi rendición, tras observar mi imposible resignación defendiendo a capa y espada algo que no podría definirse dada su complejidad, algo más impenetrable que lo sagrado.

Los carroñeros, esa escoria neutral que sobrevivía sustentándose de ambos bandos matando sin matar, el deber ser aunque no involucrado envolviendo el ser natural e instintivo del hombre capaz de matar por hambre, por desesperación, por honor y por amor entre otras causas razonables sujetas a la desesperación.

La rabia iba tronando las tablas de madera de las escaleras a mis pasos firmes y decididos, no obstante en cada pisada me iba faltando oxígeno ,sintiendo el corazón bombeando tan rápido que simulaba lentitud debido al dolor oprimido en el pecho.

Mis días iban sembrando gloria y tranquilidad para recoger intrigas ajenas a los campos que no nos pertenecían, no obstante lindaba dicha siembra a nuestra prosperidad.

El aire putrefacto de una mina de desgracia comenzaba a respirarse cuando trataba de persuadir el dolor, arañando las paredes o mordiendo una simple almohada que absorbía un mar de cristales que salían de mis ojos, tornándose mi mirada en la de un monstruo que estaba condenado bajo tierra sin poder ver la luz.

Las esperanzas marcaban la hora, haciéndose inagotables los minutos para comenzar a restar una misma fecha cientos de veces. Es terrible y pavoroso no escucharte mientras me golpean por la espalda tu eco vivo en los corredores, tanto que el silencio es abrumador, como si mis pensamientos los fueran inhalando para concentrarse en crear escenarios lúgubres sin estar de tu mano mientras me cortas el viento a un costado sin importarme si me azotan el otro.

Es factible que la calma se desprenda enjabonadamente estos días venideros, pues sin ti el cielo azulado de la cumbre se vuelve tormentoso para azotar los campos, por eso piénsanos siempre amor mío en ,aquel imborrable momento donde el sueño nos encajó el uno al otro como dos piezas de rompecabezas, caminando sin un rumbo hacia ningún lugar, con nuestros silencios nuestros temores, toda nuestra vida juntos, desde la primera a la última vez que sudamos empapándonos de amor.

Piénsame siempre y no necesitarás nada.

Ámame como siempre lo has hecho hasta el final y solamente existirá el comienzo, para avanzar sin conocer la pausa.

Te amo.